El percibir es real, está hecho de consciencia


Interlocutor: Si todos llegásemos a estar el cien por cien del tiempo conectados con esta consciencia, ¿el mundo desaparecería?

Rupert Spira: Pasarías tu vida expresando paz, felicidad y amor.

I: Seguiríamos conscientes del mundo y volveríamos a ser como un niño... 

RS: Tu pregunta implica la existencia de un mundo independiente y real ahí afuera. Pero ese aparente real e independiente mundo externo depende del aparente separado yo interno. En otras palabras, el yo interno y el mundo externo surgen conjuntamente y se disuelven al mismo tiempo, se disuelven juntos. 

Aquello que permanece cuando el yo interior y el mundo exterior se disuelven y desaparecen, no es una nada vacía, sino que todavía hay pensamientos, sensaciones y percepciones. En otras palabras, hay experiencia, experimentar, pero la experiencia no estará dividida conceptualmente en dos: por un lado, una parte que experimenta el yo interno y separado; y por otro lado aquello que es experimentado, el mundo externo. Sino que el sujeto y el objeto desaparecen; de hecho no es que desaparezcan, sino que en realidad nunca estuvieron ahí. 

No es que la apariencia de la dualidad desaparezca; nunca estuvo realmente ahí, nunca hubo, en realidad, un yo interno y un tú externo. Cuando ese yo interno y ese tú externo desaparecen es lo que llamamos el amor. Cuando el yo interno y el mundo externo desaparecen eso es lo que llamamos belleza. Es la misma experiencia, son dos nombres para la misma experiencia. La disolución por un lado del yo interno, y por otro lado el mundo externo.

Ese derrumbamiento del yo, del otro y del mundo es lo que todos los “yoes” separados están anhelando; es aquello que los siete mil millones de personas están anhelando, están buscando, no sólo aquellos pocos que están interesados en la no dualidad. 

La experiencia, el experimentar no desaparece, pero el experimentador separado y lo experimentado externo, eso sí desaparece. Aparentemente parece que se unan, pero en realidad siempre estuvieron unidos, siempre fueron lo mismo. Así todo es experimentado con la misma intimidad. La amapola en el primer plano y la montaña del fondo tan sólo están cerca o lejos para el personaje en la película; para la pantalla, los dos son igual de íntimos, están igual de próximos. 

El sentido de que tan sólo estoy permeando, penetrando esta pequeña esquina del universo desaparece, y entonces sentimos que ocupamos la totalidad de nuestra experiencia. Esa intimidad es la condición natural de nuestra experiencia, no sentimos amor o intimidad tan sólo con una o dos personas o con uno o dos objetos, sino que toda la experiencia está hecha de esa intimidad. 

Es en este sentido que el mundo externo desaparece, pero la percepción, el percibir no desaparece.  Es por eso que en las enseñanzas tradicionales se dice que el mundo es una ilusión. Es tan sólo el mundo exterior, distante y separado que es una ilusión, pero la percepción, el percibir es real, está hecho de consciencia.

(Pasaje extraído del Encuentro de Febrero de 2012. Disponible en "Descargas").