La tragedia y la comedia de la condición humana


El descubrimiento de que la paz, la felicidad y el amor están siempre presentes en el interior de nuestro ser y completamente disponibles a cada momento de la experiencia en todas las circunstancias es el descubrimiento más importante que uno puede hacer.

Normalmente nos consideramos a nosotros mismos entidades limitadas y separadas, un cuerpo y una mente nacidos en un mundo que ya existía; pensamos que nos movemos hacia delante en el tiempo, negociando las circunstancias en un intento de obtener la paz, la felicidad y el amor que anhelamos, mientras envejecemos continuamente y estamos destinados, al final, a morir.

Sin embargo, nuestra naturaleza esencial es, ella misma, puro ser, pura presencia consciente, que ni reside en el cuerpo ni en la mente ni depende de ellos. No va ni viene; no nació ni va a morir. Está eternamente presente ahora, y la paz, la felicidad y el amor son su mismísima naturaleza.

En la paz y la felicidad conocemos nuestro yo como absolutamente independiente de todas las manifestaciones aparentes del cuerpo, la mente y el mundo; así reconocemos nuestra libertad innata. En el amor nos conocemos como íntimamente uno con todas estas manifestaciones.

La libertad lo es respecto a estas manifestaciones aparentes; el amor tiene lugar dentro de ellas.

Y ¿quién ha llevado a cabo este descubrimiento sobre nuestro yo? Nadie distinto de nuestro yo. Este descubrimiento proviene de nuestra propia experiencia íntima de nuestro yo, de su conocimiento íntimo de si mismo.

En otras palabras, el solo conocimiento de nuestro propio ser tal como es constituye una verdad evidente por sí misma que no requiere de confirmación por parte de ninguna otra fuente. Por supuesto, es el pensamiento el que está formulando este descubrimiento, pero el descubrimiento mismo no proviene del pensamiento.

Las implicaciones de este descubrimiento son a la vez simples y profundas: en cada uno de nosotros, la paz, la felicidad y el amor que son nuestra naturaleza esencial están siempre presentes y disponibles. Es decir, aquello que verdaderamente anhelamos en la vida está disponible a cada momento, en cualquier circunstancia, en el sencillo conocimiento de nuestro ser tal como realmente es.

Si miramos de cerca y honestamente la gran mayoría de nuestros pensamientos y actividades, veremos que están orientados a obtener la paz, la felicidad y el amor por medio de la manipulación de las circunstancias o la adquisición de objetos y relaciones en el futuro.

Esta proyección de la paz, la felicidad y el amor en un futuro imaginario vela la paz, la felicidad y el amor que residen en el núcleo de toda experiencia.

El yo interior e imaginario se crea cuando esta paz, felicidad y amor resultan velados, y, una vez que ha sido creado o imaginado, se ve condenado a una búsqueda incesante; y busca, en un futuro que no existe, algo que, por definición, no puede encontrarse allí.

Esta es la tragedia y la comedia de la condición humana.

(Pasaje extraído del libro "Presencia. El arte de la paz y la felicidad".) Disponible en "Editorial Sirio".